miércoles, 25 de septiembre de 2013

OBDULIO LOPEZ DE URALDE (1896-1957)

Nació el 5 de septiembre de 1896 en la calle Herrería al pie de la hornacina de Nuestra Señora del Buen Camino.
En el curso 1911-12 era distinguido con Premio en la asignatura "Copia de la estampa". Tenía 14 años. En el siguiente curso consigue un accésit en el primer año de "Dibujo Lineal, Copia de la estampa, proyecciones y croquis". En el curso 1913-14 también saca Premio en la Sección de "Figura, Dibujo del natural y copia del modelo vivo". En el curso 1914-15 es señalado con Premio extraordinario.
Con tan buenos antecedentes académicos, Obdulio decide trasladarse a Paris, meta de todos los artistas, pero no logra cumplir su deseo, porque le sorprende el desencadenamiento de la guerra europea de 1914.
Sí, en cambio, marcha a Madrid, a fin de perfeccionarse en la pintura y especializarse en arquitectura. En una ocasión había ido a tomar parte en un concurso o selección. Era ya conocido por su lentitud y poca prisa. Valle Inclán, que se hallaba presente , dijo: Uralde triunfará porque no tiene prisa.
Residió en varios domicilios de Vitoria. En la calle Santa María, en la de San Prudencio, esquina a Dato, en el Palacio de los Alava, en la Herrería, y en dos pisos distintos de la calle de La Florida. En uno de ellos, el señalado con el número 17- frente a la dedicada al pintor Fernando de Amárica- fue donde falleció.
En frente de la última casa en la que habitó abrió, poco antes de sus últimos años un bar que titulo "Loretxu", en parte de lo que, derribado el edificio, es hoy la Plaza de Amárica, y donde, naturalmente, solía alternar con sus amigos, como otras veces en el Café "Iruña", en la calle del Arca. En éste solían reunirse algunos de carácter bohemio, que solían permanecer en el establecimiento las últimas horas de la noche, para abandonarlo cuando ya apuntaba el alba.
Otro bar que también visitaba era el que uno de la cuadrilla de amigos, José María Sáenz de San Pedro, "Perujo", le puso el nombre de "El ábside", por eso de que estaba, y está, frente al de la iglesia de San Pedro. En esos lugares y en otros alternaban, con ellos dos, otros de caracteres y comportamientos análogos, dados, más que a beber, a encontrarse, dialogar y tratar de todo cuanto pudiera ser objeto de comentario, reflexión o discusión: Gregorio Altube, Vidal Maruri (popular locutor de "Radio Vitoria", amigo de los serenos), Teófilo Mingueza, Pablo Cano, odontólogo, "El chato", zapatero de la calle Ortiz de Zárate, Máximo Cámara, carnicero y torero... Más o menos locuaces y cultivadores del chismorreo local.
En la calle del Arca frecuentaba Obdulio, además del "Iruña", otro bar restaurante, que luego fue el "Leonardo" (Pérez). La cocina la llevaba la Antonina, que era excelente cocinera y, entre otros platos, debía preparar un sabrosísimo potaje. Era su suegra, madre de otro popularísimo vitoriano, también metido a hostelero: Benicio Bujanda, que antes fue taxista y conductor del coche-ambulancia de Correos. Luego, muchas cosas, como creador de "Alava Automovilista" y de la fiesta patronal de éstos, del "Día del blusa", a los que acogió, expendedor de los "tickets" para su canje por las entradas para las corridas generales... Una hermana suya, Victorina, fue la esposa de Obdulio que, viuda ya, vivió y falleció en la calle Chiquita. Otra hermana, Anuncia, estuvo casada con un excelente violoncellista, de los primeros profesores de "chello" que iniciaron el Conservatorio Municipal de Música: Regino Sorozábal, hermano del más famoso Pablo.
Su hija Vera, también, fue, pintora.
Obdulio fue un dibujante extraordinario, proyectista depurado y elegante, pintor inspirado. Su temperamento artístico le acompañó toda su vida. Su obra fue más extensa que conocida porque, en su humildad, muchos de sus trabajos se perdían en el anonimato. En él se distinguían tres facetas; como dibujante, como proyectista y como pintor.








El año 1923 creó un famoso personaje que ha venido a ser identificado plenamente con Vitoria: el que representa a "Celedón".
Montó una sola Exposición entre el 4 y el 15 de agosto de 1948 en el nº 6 de la calle Olaguíbel.
 Le sucedió la que, con carácter de homenaje a su memoria, organizó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Vitoria, y que tuvo lugar en los Salones de Cultura de esta institución entre los días 9 y 20 de octubre de 1957, a los tres meses del fallecimiento de Obdulio. Estuvo formada por un total de 95 obras, más algunas acuarelas y dibujos, cedidas por el Ayuntamiento de Vitoria, ambas Cajas de Ahorros Municipal y Provincial y, en su mayoría, por particulares. Del total de las obras 18 permanecieron en venta.
En 1998 se hizo una Exposición Homenaje en la Sala Luis de Ajuria con 39 obras.
Para terminar, cómo era Obdulio:
No tenía prisas tampoco para pintar; si se apresuraba era porque tenía necesidad. Ni siquiera le importaba el dinero y no era extraño que fuera "sin una gorda" -como él decía-
Siempre se sentía muy vitoriano. Se encariñaba con las cosas de Vitoria, no tuvo ambición por salir a triunfar fuera de ella..
"Los que no se dan prisa -decía- nunca llegan tarde. Son los que llegan"
Apuntes sacados de un artículo de Venancio del Val para la revista de la Exposición Homenaje a Obdulio López de Uralde en la Sala Luis de Ajuria del 8 al 27 de enero de 1998.

jueves, 19 de septiembre de 2013

EL ALCOHOL EN VITORIA (1949)


"Por lo que respecta a Vitoria el consumo de bebidas alcohólicas llegó en el pasado año de 1949 a tres millones cuatrocientos sesenta y ocho mil doscientos cincuenta y tres litros, de los cuales 3.144.549 litros corresponden a vino corriente, 21.919 a embotellado, 4.827 a rancio, 48.187 a Jerez y vermout, 97.814 a cerveza, 42.656 a sidra, 4.101 a champan y 104.200 a licores. Calculando la población de Vitoria en 50.000 habitantes, ya que aunque posee 5.000 más, estos residen en las 47 aldeas que pertenecen a nuestro ayuntamiento, las cuales no pagan derecho en ninguna alhóndiga, de donde proceden esos datos, y teniendo además en cuenta que el consumo de estos 5.000 habitantes en Vitoria, se halla compensado con creces por el gasto que los vitorianos hacen en los merenderos de Armentia, Arechavaleta, Arriaga, Gamarra, Betoño y Elorriaga, resulta que cada habitante sea niño, hombre, mujer o anciano, hace un consumo de 63 litros por año. Si esta cifra le añadimos un 15 por ciento por la población infantil inferior a 14 años que no consumen bebidas o si lo hacen, es en pequeñisimas cantidades y a la cifra resultante, le añadimos un 50 por ciento, por suponer que la mujer bebe la mitad, tenemos que a los hombres de Vitoria nos corresponde por año 108 litros, seamos bebedores o abstemios. La cifra es alta, elevada; los vitorianos estamos convencidos de que aquí se bebe mucho, mas sin embargo la comparación con datos estadísticos de otras poblaciones del tipo de la nuestra, nos dicen que en aquellas se hace mayor consumo. Así en Burgos, en el pasado año se ha bebido 6.490.765 litros, ocupando el primer lugar entre las bebidas el vino corriente con 5.950.613 litros, de vinos embotellados 77.998; cerveza 3.198, vinos finos, generosos y licores corrientes 210.007, licores finos, brandys y champanes 119.752, y alcoholes y aguardientes 120.753. La población de Burgos es de 70.800 habitantes, correspondiendo por lo tanto 91,8 litros por individuo y haciendo los mismos cálculos que hemos hecho respecto a la población infantil y femenina resulta que a cada hombre burgalés le corresponde al año 151 litros; es decir casi un 50 por ciento más que a cada vitoriano.
Vitoria tiene 133 establecimientos de bebidas en su casco de población, y 26 en sus alrededores; Burgos a pesar de su mayor población cuenta con 156 que proporcionalmente son menos, de lo que deducimos que la fama de bebedores de los vitorianos, no diré que sea injustificada, pero sí que no le corresponde ocupar un lugar preeminente. Me preguntaréis: ¿Cómo puede explicarse este fenomeno? Es muy sencillo, el burgalés bebe con naturalidad, tiene costumbre de hacerlo y lo hace acompañando a sus comidas; el vitoriano en cambio, hace de la bebida un rito y en vez de ingerir el vino, en el momento preciso de las comidas, prefiere hacerlo a deshora, yendo de uno a otro lado y aderezando cada vaso con una larga peroración, que igual versa de política, que de futbol, que de economía o astronomía, y el calor de las discusiones y la euforia del alcohol hacen que este trasegar vitoriano sea ruidoso y parezca que cada litro mide mil quinientos centímetros cúbicos; pudiera suceder también y creo que es un factor real y de tener en cuenta, que el consumo de vino en Burgos sea más general y que en esta sea mayor el número de quienes no lo beben o lo hacen de una manera más moderada, lo cual se traduce en un gasto mayor de los bebedores"

Sacado del libro "Arte y ciencia del comer (Literatura, vitaminas y proteínas)" de F. Gonzalo Bilbao publicado por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Vitoria. 1951.

martes, 17 de septiembre de 2013

HA MUERTO ALBERTO GONZÁLEZ DE LANGARICA

Ha hecho muchísimo por la cultura vitoriana y alavesa,
en el Archivo del Obispado de Vitoria.
Era buena persona.
Descanse en paz.

domingo, 8 de septiembre de 2013

EULOGIO SERDAN EN LA REVISTA ATENEO EN 1918

Publicó un artículo titulado "Reseñas Históricas de las Medallas de la Batalla de Vitoria".
He aquí un resumen.
Todo comenzó en las Cortes de Cádiz, el uno de julio de 1813. En la sesión de ese día José Domingo Rus, diputado por la provincia de Santa María (Maracaibo) propuso que se acuñara una medalla conmemorativa del triunfo del Duque de Ciudad Rodrigo (el Duque de Wellington). Se le contestó que el estado de la hacienda nacional no permitía esos dispendios. Al dia siguiente, Mariano Rodríguez Olmedo, diputado por la provincia de Charcas (actual Perú), volvió a insistir sobre la misma cuestión pero con una importante diferencia su compromiso a financiar la emisión del galardón por su cuenta, en nombre de la provincia a la que representaba. Tan bien cayó la propuesta que el uno de agosto del mismo año se emitía la orden de acuñación de la famosa medalla. El 16 de enero de 1814, Mariano Rodríguez Olmedo dio cuenta de que ponía a disposición de los secretarios de las Cortes un número de medallas (sin concretar) y se procedió a su reparto. Se supone que casi todas ellas se distribuyeron entre la Regencia y los miembros y personal de las Cortes.
Eulogio Serdán tuvó la colaboración de Manuel Gómez Imaz, cronista de la provincia de Sevilla, Luis de Garitagoitia, experto numismático y Vicente Martínez Boch, director en 1918 de la revista Coleccionismo. Había dos modelos distintos para conmemorar el mismo hecho.
En los dos ejemplares el anverso es idéntico: el busto de Wellington con la leyenda WELLINGTON DUQUE DE CIUDAD RODRIGO. Los reversos tienen en común la leyenda TRIUNFO DE VITORIA, pero en uno de ellos aparece la Victoria representada por una joven alada con una corona de laurel y una palma pasando por el campo de batalla mientras en el otro la Victoria esta sobre un pedestal. Éste y otros muchos detalles, como datos del grabador Félix Sagau y Dalmau, los exergos, tamaños, pesos, están detalladamente expuestos en el artículo que resumo, donde también se reproducen los clichés facilitados por la ya mencionada revista especializada. Se hicieron cien unidades en oro y más de trescientas en plata, no se sabe el número de las de bronce.
Según parece hay dos modelos porque se supone que se estropearía el troquel del primero.
Después las gestiones de Longa cristalizan en la Real Orden del dos de abril de 1815 creando la Cruz de Distinción, con un diseño totalmente distinto a los comentados, y el Real Decreto de treinta y uno de marzo de 1914 declarando oficial la Medalla de la Batalla de Vitoria.
Eulogio Serdán no se mostró muy conforme con el hecho de que la junta creada para la erección del monumento a la batalla que hoy vemos en la plaza de la Virgen Blanca confeccionara sus propias relaciones de candidatos a la dichosa condecoración, cuando dicho trámite correspondía, según el real decreto, al ayuntamiento. Eulogio Serdán lo calificó de ""asuntillo" al parecer insignificante" y va con segundas. El reparto de medallas provocó reclamaciones, como era de esperar.
Apuntes sacados de un artículo de Arintxintxua
 
ga.js