domingo, 19 de enero de 2014

VITORIA, 1844

Si Azorín describe la llanada alavesa como una zona de transición entre el eclecticismo del paisaje vasco y el incipiente panorama de Castilla, Vitoria viene a ser el espejo en que ésta se mira. Una Vitoria que aúna en su geografía urbana la "ciudad vieja" que llamó Julio Caro Baroja y la ciudad moderna crecida en su entorno, sin destruir apenas su pasado medieval.
Y es que, salida apenas de la primera guerra carlista, en la que llega a sufrir un sitio. Vitoria presenta en 1844 una extensión urbana muy diferente a la actual, y bastante más reducida, con 1221 casas en las que se encuentran censados 4974 vecinos y viven 9553 almas. Sus limites apenas rebasan el ámbito medieval formado por las calles gremiales y los conventos extramuros de Santo Domingo y San Francisco (del siglo XIII), y de Santa Clara y San Antonio (principios del XVII), y por el ensanche neoclásico efectuado hacia el sur a finales del siglo XVIII, integrado por la Plaza Nueva levantada por Justo Antonio de Olaguibel y por los Arquillos. Elementos tan centricos hoy en día como la Florida, el Palacio de la Diputación o el Hospicio formaban la divisoria con un mundo agrícola cuyas huertas y campos perfilaban un cinturón muy diferente al industrial que bordea la ciudad en nuestros días.
Se trata de una ciudad en lenta transformación, que se recupera de una guerra de seis años de duración, que asimila la Desamortización eclesiástica de Mendizabal por la que edificios y propiedades religiosas habían pasado a manos del Estado. Una ciudad que comienza un cambio de imagen que conduce, entre otras actuaciones, al inicio del derribo en 1820 de las murallas de Cercas Bajas, en la actual calle Siervas de Jesús, y al embocinado del río Zapardiel; en 1822, a la urbanización de la calle Diputación, Prado y de la plaza del Convento de San Antonio; y que no duda en demoler la Iglesia de San Ildefonso en 1839, tras el informe favorable del arquitecto Martín Sarácibar, para contribuir a las obras de fortificación de un conflicto bélico que estaba a punto de finalizar. Aunque éste no sería el único derrumbe, ya que por estas fechas también sería desmantelado el Convento de las Clarisas.


Sacado de un artículo de Carlos Ortiz de Urbina Montoya publicado en la GACETA MUNICIPAL DE VITORIA-GASTEIZ Nº 131 del 25 de septiembre de 1999

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